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Ventajas de afilar la sierra
Dentro de su obra “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, Stephen Covey deja para el final, pero no por menos importante, el concepto de “Afilar la sierra”.
Tras destacar los 3 hábitos relacionados con el auto-dominio, orientados a lograr el crecimiento de la personalidad para obtener la independencia, y los otros 3 que tratan de las relaciones con los demás, trabajo en equipo, cooperación y comunicaciones, orientados a lograr la interdependencia., deja para el final “Afilar la sierra”.
Afilar la sierra es el hábito de la auto-renovación, el mantenimiento mínimo necesario para mantener los demás hábitos funcionando adecuadamente. La efectividad se consigue con un equilibrio entre el tiempo que invertimos en hacer cosas y nuestra capacidad para hacer esas cosas.
Sin embargo, es frecuente que la gente esté demasiado ocupada haciendo cosas (aserrando) para prestar atención al mantenimiento de su medio de producción (afilar la sierra).
Esto sucede porque el mantenimiento no suele proporcionar resultados inmediatos, que es lo que se busca habitualmente.
Afilar la sierra supone invertir tiempo para la auto-renovación en cuatro áreas fundamentales:
- Física: ejercicio, alimentación y gestión del estrés.
- Espiritual: valores, misión personal, música, literatura y naturaleza.
- Mental: lectura, escritura y planificación.
- Social/emocional: escucha, empatía y sinergias.
Todavía me sigue sorprendiendo la cantidad de directivos que no invierten tiempo en afilar la sierra. Incluso hay muchos que presumen de ello: “yo no tengo tiempo para eso” dicen.
Lo que no entienden es que si no dedicas tiempo a afilar la sierra, esta cada vez corta menos y tu tienes que invertir más tiempo y esfuerzo para conseguir los mismos resultados (e incluso menos) que antes.
Muchos de estos directivos “no tienen tiempo” para leer libros que les ayuden a seguir creciendo, para hacer ejercicio, para la reflexión, para estar en contacto con la naturaleza.
Cuando están de vacaciones tampoco tienen tiempo, porque en la mayoría de los casos las vacaciones suelen ser periodos de gran actividad, aunque sea lúdica e incluso en familia.
Para mí, el proceso de afilar la sierra es algo muy personal, para hacer solo. Ya sea ejercicio, la lectura, la reflexión, e incluso el contacto con la Naturaleza.
Muchas de estas acciones están en mi día a día, pero ademas, siguiendo el ejemplo de Amalio Rey, que publicó un artículo muy interesante sobre su primer gran retiro, hace 3 años empecé a reservar un periodo de tiempo al año para desconectarme de todo y potenciar estas actividades. No son vacaciones (estas las hago con mi familia), sino un periodo de tiempo de crecimiento interior.
El primero de ellos lo hice en 2014, en un apartamento rural, aislado de todo lo cotidiano y aprovechando para reflexionar sobre los proyectos que tenía en marcha y poner foco para los siguientes años. El resultado para mi fue espectacular. Al año siguiente lo repetí, aunque con otros objetivos.
El año pasado hice una parte del Camino de Santiago, experiencia que estoy repitiendo este año. Voy solo, lo que me permite ir a mi ritmo, dedicar el tiempo según mis inquietudes en cada momento, y tener mucho tiempo para reflexionar, siempre en contacto con la Naturaleza. Supone un reto importante, tanto a nivel físico como mental. Los que lo hayan hecho alguna vez, saben a qué me refiero.
Que lo haga solo no significa que no me relacione con otras personas. Al contrario, el Camino está lleno de personas de todas partes del mundo con las que tengo oportunidad de ir interactuando en diversos momentos del día, aunque reserve la mayor parte del tiempo para estar solo y poder reflexionar.
Estar en un entorno como ese, en condiciones tan exigentes, desconectado del día a día, me cambia la perspectiva de las cosas. Me permite redescubrir las cosas importantes de la vida y valorar lo que tengo desde otro punto de vista.
Este concepto de “Afilar la sierra” es válido para todo el mundo, pero cobra especial relevancia en puestos directivos, y más aún en los de liderazgo.
El Liderazgo implica centrarse en la pregunta “¿qué quiero lograr?”, a diferencia de la Dirección que se basa en “¿cuál es la mejor forma de lograr lo que quiero?”.
Los Directivos tienen que ocuparse de que sus equipos hagan su trabajo lo mejor posible, mientras que el Líder tiene que ocuparse de tener claro hacia dónde va la empresa, y comprobar periódicamente si va por el camino correcto.
Para ellos los conceptos asociados con “Afilar la sierra” pueden resultar fundamentales.
Y tú, ¿cuanto tiempo hace que no afilas la sierra?