Experto

Estamos viviendo una época apasionante en la que no solo el ritmo de cambios, descubrimiento e innovación es impresionante, sino que además tenemos la posibilidad de acceder a la mayor parte del conocimiento global a través de Internet, prácticamente en tiempo real.

Libros, documentos, artículos, obras de arte, patrimonio cultural, idiomas y un largo etcétera, a nuestro alcance con solo un clic.

En épocas anteriores, convertirse en experto en algo requería de toda una vida con una gran inversión de tiempo y recursos. Era necesario viajar a lugares remotos para acceder a la información necesaria y conocer a las personas más relevantes en ese campo, que nos pudieran transmitir su conocimiento.

Hoy en día nos resulta mucho más sencillo acceder a esa información, al conocimiento acumulado por otros y, por supuesto, contactar con relativa facilidad con los que más saben del tema.

Por eso me gusta la definición que hace Raimon Samsó en su libro “La era de los expertos” , mostrando las oportunidades que se nos abren si sabemos dónde poner el foco.

Samsó define un experto en primer lugar como un estudiante de su tema. Lo presenta no como el que más sabe del tema, sino como uno de los que más aprenden, ahora y siempre.

“Un experto llega a serlo o bien por sus resultados o bien por haber estudiado y sintetizado un tema.”

Me resulta fascinante la visión del experto en el entorno del aprendizaje continuo y no como aquel que lo sabe todo sobre un tema. 

“Si crees que ya lo sabes todo, no hay lugar para el aprendizaje.”

Y considero que en la actualidad hay pocos temas de los que ya lo sepamos todo.

Esa imagen del experto como eterno aprendiz me transmite la curiosidad del niño unida a la perseverancia del adulto, como un binomio fundamental para el crecimiento personal y el servicio a los demás.

Aunque en un principio pueda parecer prepotente, el concepto de experto como aprendiz me transmite un sentimiento de humildad que ya reflejaba el filósofo griego Platón, cuando se refería a Sócrates con la frase “Yo solo sé que no sé nada”, que no hace referencia a que no sepa nada, sino a que “no se puede saber algo con absoluta certeza incluso en los casos en los que uno cree estar seguro”.

Esta visión abre la puerta del aprendizaje continuo ya que, aunque sepamos mucho sobre un tema, bien sea por haberlo investigado o por nuestra experiencia, siempre pueden surgir nuevas formas de enfocarlo y experimentarlo.

De ahí que sea fundamental estar en permanente contacto con una comunidad interesada en el mismo tema, que nos permita redescubrirlo una y otra vez, cuestionar lo que sabemos y continuar con nuestro aprendizaje.

Ya sea desde una atalaya como en un medio de divulgación, un blog o las redes sociales, tenemos la oportunidad de compartir nuestros conocimientos y seguir aprendiendo, al mismo tiempo que recibimos el feedback de otras personas. Esto nos permite cuestionar lo que ya sabemos en un círculo virtuoso de aprendizaje y mejora, tanto personal como profesional.

Francisco Páez

Consejero, Interim Manager y Experto en Desarrollo Personal para Directivos y Profesionales