Teniendo en cuenta que cada día que pasa la situación cambia y hemos entrado en una dinámica de continua adaptación dentro de un entorno de gran incertidumbre, he querido dejar plasmadas algunas reflexiones sobre dos temas que sigo de cerca y que impactan directamente en mi vida profesional.

LIDERAZGO

Tras muchos años de resistirse a la transformación digital y al trabajo a distancia, muchas empresas se han visto obligadas de la noche a la mañana a implantarlo a la fuerza.

Aunque es posible que salgan cosas positivas de esta circunstancia, como ya comenté en este post, también es cierto que los líderes se están enfrentando a situaciones para las que no están suficientemente preparados.

Si mantener a los equipos motivados, fuertes y cohesionados ha sido siempre un reto, en estas circunstancias lo es más todavía.

Si el líder no se ocupa de cuidar al equipo, corre el riesgo de que este sufra un deterioro irreversible. 

Cuando se está trabajando desde casa hay muchas personas que no consiguen marcarse un horario de trabajo y sienten que tienen que estar disponibles y trabajando a todas horas. Esto genera una ansiedad y un estrés al no ser capaces de poner límites y respetar su vida personal y familiar.

Por otra parte, parece que al estar en esta situación cada uno se adapta su horario de trabajo a las zonas del día que mejor le convienen. En esas circunstancias cualquier momento es bueno para enviar un mensaje o un mail a un compañero pensando que “ya lo abrirá cuando le venga bien”.

Sin embargo, el hecho de que tengamos mezcladas las herramientas de comunicación en nuestros dispositivos junto a las de nuestra vida personal, resulta imposible que no nos lleguen los mensajes.

Por estos motivos el líder tiene que hacer un trabajo constante con el equipo para cuidarlo y animarlo a que se cuiden entre sí.

Lo habitual es que en estos casos el equipo espere algo diferente del líder. Por una parte, desde el punto de vista de la organización, se necesitan objetivos claros, reglas de comportamiento y roles bien definidos.

Por otra parte, desde el punto de vista de las emociones, el equipo esperará  confianza, respeto, calma y comprensión para poder afianzar el sentimiento de pertenencia que resulta más difícil de establecer en la distancia.

Es necesario un liderazgo más humano y cercano para estos tiempos difíciles.

El líder tiene que estar más cercano que nunca y dispuesto a apoyar a aquellas personas del equipo, que por su carácter o por su situación personal, sean más susceptibles de entrar en episodios de ansiedad o estrés y lo estén llevando peor.

APRENDIZAJE

Esta situación tan extraordinaria que estamos viviendo también supone un reto para nuestros procesos de aprendizaje. 

Por una parte, estamos sometidos a un bombardeo continuo de información y de ofertas de formación. Desde espacios de conversación hasta cursos online, pasando por los siempre presentes Webinar.

La oferta gratuita es tan extensa que parece que sea delito no aprovecharla, por lo que nos sometemos a una presión, nada sana desde mi parecer, en sesiones online a las que apenas podemos sacar provecho antes de entrar a la siguiente.

Considero que cada uno debería hacer una pausa para decidir realmente cuales son sus objetivos de aprendizaje en estos momentos. De esta forma podremos ser más selectivos, reducir nuestro nivel de ansiedad y sacar mayor partido a nuestros periodos de formación.

La avalancha de información disponible es tan grande que los árboles no nos dejan ver el bosque. Y quizá deberíamos ser nosotros mismo quienes pongamos límites y nos paremos a pensar qué es lo que queremos hacer en esta nueva situación y cómo queremos prepararnos para el futuro tan incierto que se nos presenta.

Tanto en el caso del liderazgo como en el del aprendizaje, mi reflexión apunta a que necesitamos ser más conscientes de lo que estamos haciendo, priorizar para decidir lo más conveniente en cada caso y cuidarnos para poder cuidar a los demás. 

* La imagen de cabecera es de Thought Catalog en Unsplash