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Las graves consecuencias del liderazgo placebo
Aunque es un término que está de moda y al que aparentemente se le presta mucha atención, considero que el liderazgo sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la PYME.
En las conferencias sobre el tema y en los cursos de desarrollo directivo el liderazgo tiene un lugar preferente. Hablamos del liderazgo situacional, del liderazgo transformacional y de los distintos estilos de liderazgo, entre otros temas.
Hoy sin embargo quiero hacer una reflexión personal sobre lo que yo llamo el “liderazgo placebo “ y sus riesgos. Considero que se da principalmente en empresas pequeñas y medianas y lo atribuyo a una falta de profesionalización de la función directiva.
Aunque en la actualidad la formación para el desarrollo directivo está al alcance de cualquiera y hay infinidad de material disponible para seguir creciendo y desarrollándose, veo un patrón de comportamiento que se repite en muchas ocasiones:
”El del líder que sabe lo que tiene que hacer pero no lo hace.”
Lo peor es que cree que sí está haciéndolo y luego se queja de que no sirve para nada. Supongo que es más fácil verlo desde fuera, como es mi caso, y llega un momento en el que nosotros, ya sea como la figura de consultor, mentor o Coach, llegamos a incomodar.
En coaching solemos definirnos como “un gentil incomodador“, pero tengo la impresión de que no resultamos para nada “gentiles “.
Esa función que hacemos de espejo, para que el líder “se vea “ y decida mejorar, termina siendo molesta. Aunque sean ellos los que han recurrido a nosotros para que les ayudemos en ese proceso, suele ocurrir en ocasiones que realmente no quieren esforzarse para mejorar.
Mi sensación en estos casos es de efecto bumerang, en el que hay impulsos puntuales para que se produzcan ciertos cambios y luego falta disciplina y un verdadero compromiso para consolidar los cambios, que es lo realmente difícil y lo que proporciona resultados a largo plazo.
“Lo difícil no es cambiar, sino mantener los cambios.”
Yo llamo a estos comportamientos el “liderazgo placebo “, porque se hace creer al equipo que hay un verdadero líder cuando en realidad no es así.
De hecho, si no hay un líder tampoco hay un verdadero equipo, sino tan solo un grupo de personas que trabajan juntas. Para que haya un verdadero equipo es necesaria una visión compartida y un deseo real de ayudar a crecer al equipo.
Como decía Luis Huete:
“Liderazgo es hacer que la presencia de uno haga mejores a los demás y conseguir que esa mejora perdure en nuestra ausencia. “
Mi percepción es que las empresas en las que impera un “liderazgo placebo” pueden experimentar alguna de estas situaciones:
- No llegan a los objetivos marcados.
- Los alcanzan, pero demasiado tarde.
- Los alcanzan, pero a costa de la salud del equipo.
Como este tipo de líder hace creer al equipo que se están haciendo las cosas adecuadas, llega un momento en el que algunas personas sufren el síndrome del “burnout” y abandonan la empresa.
Lo habitual es que si no se hace lo que hay que hacer, las cosas solo suelen ir a peor. Porque la inacción es la forma más peligrosa de acción, ya que no hacer nada también es hacer algo.
Se trata siempre de una elección y tenemos que ser conscientes de las consecuencias que tiene la nuestra.
Todavía me sigue sorprendiendo la capacidad que tenemos para engañarnos a nosotros mismos y ocultar esa inacción.
Cuando escucho frases del tipo:
“ Todo lo que hemos hecho no sirve para nada. Mira lo que ha pasado. “
tengo claro que aún nos queda mucho camino por delante, porque suele tratarse precisamente de esos casos en los que no se hace lo que hay que hacer.