El siguiente paso es trabajar los pensamientos y los hábitos, para que nuestro carácter deje de estar dominado por nuestro temperamento.

El autoconocimiento

El proceso de autoconocimiento nos lleva a aumentar nuestro nivel de consciencia, que es la distancia existente entre lo que nos ocurre y nuestra reacción. Cuanta menos consciencia tenemos, más inmediata y emocional es nuestra reacción.

Cuanto más aumentamos nuestro nivel de consciencia, somos más capaces de distanciar esos dos momentos y elegir conscientemente nuestra forma de reaccionar a lo que nos pasa.

Cada uno de nosotros utilizamos unas “gafas” a través de las cuales los hechos objetivos se convierten en “nuestra realidad”. Esas “gafas” están formadas por un conjunto de juicios y creencias que debemos cuestionar para decidir cuáles nos sirven y cuáles queremos cambiar.

La interpretación y la actitud

Lo importante no es lo que nos pasa, sino la interpretación y la actitud que tomamos frente a lo que nos pasa.

La interpretación que cada persona ha hecho de la realidad, de lo que ha sucedido, es totalmente subjetiva y depende de las creencias, los deseos y las expectativas con los que está identificado.

Cuando empezamos a revisar de qué dependen las lecturas que hacemos de la realidad, nos damos cuenta de que la verdadera causa de nuestro malestar o de nuestro bienestar no tiene tanto que ver con las cosas que nos suceden, sino con nuestra manera de mirarlas e interpretarlas.

Las creencias ajenas

El autoconocimiento nos permite abandonar las creencias ajenas, aquellas que nos han ido inculcando a lo largo de nuestra vida y que nos dicen lo que tenemos que ser, lo que tenemos que hacer y lo que tenemos que tener para ser aceptados como elementos “normales” de nuestra sociedad.

Es decir, aquellas cosas que creemos que han de suceder para ser felices y sentirnos bien.

Lo que nos hace sufrir no tiene nada que ver con lo que nos pasa, sino con lo que pensamos de lo que nos pasa. Por este motivo, nuestro esfuerzo no debe centrarse en cambiar nuestras circunstancias, sino nuestra manera de mirarlas e interpretarlas.

Sufrimos al no ver cumplidos nuestros deseos y expectativas.

“Mi autoestima solo depende de mí mismo, de la manera en la que yo me veo y me trato en cada momento”

¿Dispuesto a emprender un camino de desarrollo personal y profesional?



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