
Jun
Como triunfar bajo la sombra de un predecesor de éxito
Ya se trate de un relevo generacional o de ocupar un puesto de liderazgo sustituyendo a otra persona, las comparaciones resultan inevitables. Teniendo en cuenta que cada persona tiene una personalidad y un estilo propios, el mayor error que podemos cometer es tratar de asumir la de nuestro predecesor.
Cuando se trata de un relevo generacional la situación es todavía más compleja por la gestión de las expectativas. Si además se trata del primer relevo y nuestro predecesor es el fundador, la cuestión se complica un poco más.
En sucesivos relevos ya se habrán establecido unas pautas basadas en las experiencias anteriores, pero en el primero se pisa terreno virgen. Lo habitual es que el fundador quiera ver en el sucesor un clon de sí mismo. Sin embargo, las cualidades de un buen sucesor suelen ser diferentes de las necesarias para un fundador.

La misión de un sucesor es dar continuidad al modelo de negocio creado por el fundador, mejorándolo dentro de lo posible. Si el sucesor tuviera el mismo carácter del fundador lo mas probable es que estuvieran en constante conflicto, siendo difícil dar continuidad a la visión del fundador.
Este tipo de sucesor tiene la necesidad de crear su propio modelo, tratando en muchos casos de demostrar que es mejor que el de su predecesor, aunque tenga que destruir parte del trabajo ya hecho.
En cambio, si el sucesor se centra en ser el mismo, sin tratar de emular a su predecesor, tiene más posibilidades de éxito. En este caso, debe tener una gran confianza en sí mismo para enfrentar las críticas del fundador por no seguir sus pasos al pie de la letra.
En estos procesos de relevo generacional cobra gran importancia la gestión emocional y de las expectativas. Una herramienta que resulta de gran ayuda en estos casos es el Eneagrama de la personalidad. Si fundador y sucesor tienen eneatipos diferentes, es necesario conocerlos y trabajar con ellos para que el proceso resulte fluido.
Es bastante habitual que el fundador sea eneatipo 1, centrado en la exigencia y en la perfección, o eneatipo 8, más enfocado en el control y en la autoridad. Si, por ejemplo, el sucesor fuera un eneatipo 6, que teme tomar decisiones, el conflicto está servido.

El Eneagrama agrupa los tipos en triadas, según la energía dominante en la persona. Existen tres centros de energía humana:
- Instinto (vísceras, cuerpo): 8, 9 y 1
- Pensamiento (mente, cabeza): 5,6 y 7
- Sentimiento (emoción, corazón): 2,3 y 4
El Eneagrama de la personalidad es como un manual de instrucciones de la condición humana mediante el que podemos comprender las motivaciones profundas que hay detrás de nuestras conductas y actitudes.
No hay eneatipos mejores ni peores, pero cada uno de ellos se adapta mejor a determinados perfiles profesionales.
Cada eneatipo cuenta con un modelo mental propio, que vendría a ser como una lente con la que filtramos la realidad. Esta estructura mental también determina lo que nos mueve a ser como somos y a hacer lo que hacemos. Además, marcan nuestros principales rasgos de carácter, incluyendo nuestros defectos y cualidades; lo que deseamos y a lo que tenemos miedo; e incluso cuál es la “piedra emocional” con la que tropezamos una y otra vez a lo largo de nuestra vida.
Si tratamos de imitar a nuestro predecesor y resulta que tenemos eneatipos diferentes, es decir, que filtramos la realidad de forma distinta, lo único que conseguiremos es perder nuestra propia personalidad, tratando de ser lo que no somos.
Si queremos tener éxito deberíamos marcar nuestro propio camino, reconociendo los logros de nuestro predecesor y estableciendo nuestra propia identidad como señal de una nueva etapa.
Así que, ya se trate de un relevo generacional o de sustituir a alguien en un puesto de responsabilidad, mi recomendación es que seas tú mismo.
* La imágenes son de Rene Böhmer en Unsplash y Markus Spiske en Unsplash